SEGUIDORES

23 jun 2011

Cross Alpino del Telegrafo (La Crónica)

        Tenía curiosidad por saber si la carrera de hoy sería tan dura como me habían comentado, finalmente salí de dudas… El león ha resultado ser tan fiero como lo pintaban, a decir verdad y siendo sincero ha sido más que fiero, casi indomable, y si me descuido lo más mínimo y no me ando con cuidado, me come vivo........


        Tal y como detallé en la entrada anterior, hoy tocaba montaña, distancia relativamente corta pero con una dureza considerable, ocho kilómetros de subida y otros tantos de bajada. Después del madrugón oportuno, llegamos Jesús y el que suscribe, a Cercedilla, una vez aparcado el vehículo, nos apresuramos dirección hacia la salida, pues en breve dará comienzo el Maratón alpino. Esta prueba, tiene lugar en la misma localidad, compartiendo punto de partida y llegada con la carrera que después haremos nosotros. Un amigo intentará completar tan descomunal reto y queremos saludarle y desearle la mayor de las suertes. Enseguida nos encontramos con Mario, está exultante, inquieto y con los nervios propios de alguien que va a realizar un esfuerzo titánico durante siete u ocho horas, completando cerca de 43 kilómetros, con un desnivel acumulado de 5500 metros. A las ocho en punto arranca la carrera, siento una enorme admiración por él y por el resto de valientes e intrépidos participantes que acaban de afrontar dicho reto.

        Recogemos los dorsales de manera rápida y sin ningún tipo de problemas en el polideportivo anexo, que la organización ha destinado para tal fin, también han previsto servicio de guardarropa, masajes, aseos, duchas y diversos stands de patrocinadores,
       Regresamos al coche para ultimar los preparativos, llevaba la intención de portar una mochila con agua y algo de comida, pero personal de la organización, nos comentan que tendremos avituallamientos líquidos y sólidos durante la carrera, por lo que desestimo la idea, hoy el peso extra no será buen compañero de viaje.
       Llegamos a la salida algo justos de tiempo, tanto que únicamente tenemos tiempo de pasar el pertinente control y situarnos junto al resto de corredores, no he tenido tiempo de acudir al servicio, primer error del día, ya veremos si no me pasa factura durante la prueba. Nos encontramos con Gabriel, desde el maratón de Madrid, no habíamos vuelto a coincidir en ninguna carrera, me alegra enormemente su presencia, además de ser buena gente, está bastante más habituado que yo a carreras de este tipo, con lo que su compañía será de gran ayuda. Minutos antes de partir, alzo la vista y observo las montañas, se levantan majestuosas ante nosotros, he de reconocer que imponen un cierto respeto, la mañana se presenta perfecta, sol radiante, ausencia de nubes y viento y con una temperatura idónea. Observo a los corredores que se encuentran a mí alrededor, la inmensa mayoría están perfectamente ataviados para la ocasión, unos portan pequeñas y ceñidas mochilas específicas, gorras con una minúscula tela que cubre sus cuellos, otros llevan bastones para ayudarse en las subidas, por un momento me siento desubicado; en términos futbolísticos, con la impresión de jugar fuera de casa. Es una sensación extraña, no tengo la tranquilidad habitual de “mis carreras” por asfalto, no obstante estoy deseoso por echar a correr e intentar completar la que será mi segunda incursión oficial en la montaña.
       Comienza la carrera… Estamos situados en las últimas posiciones, como novatos que somos en este tipo de carreras, no queremos molestar y entorpecer la marcha de los más experimentados. El público allí congregado nos despide con calurosos aplausos,  enseguida nos dan la bienvenida las primeras cuestas, vamos despacio, además de la falta de experiencia, desconocemos el recorrido, por lo que… despacio continuaremos.
       Atravesamos una verde pradera, en ella unas vacas pacen tranquilas, esperando que a nuestro paso continúen igual de sosegadas. En la lejanía se puede observar el embalse de Navalmedio, hemos completado dos kilómetros y aunque los ritmos cardíacos suben y bajan con mucha facilidad, nos encontramos bien de fuerzas y mejor aún de ánimos. A medida que avanzamos nos adentramos en un frondoso bosque, el camino se va estrechando por momentos, tanto que en algunos puntos del recorrido estamos obligados a ir en fila uno tras otro, siendo prácticamente imposible los adelantamientos. El entorno por el que discurre la carrera en este punto es de una belleza inusual, transitamos bajo la sombra que nos proporcionan grandes árboles, un manto de helechos y diversa vegetación nos obsequian con su frescor a nuestro paso. Todo ello y el inconfundible sonido del discurrir del agua y de distintas aves, hacen que por un momento me olvide de la carrera y simplemente disfrute de este momento.

        El pequeño riachuelo que nos acompañará durante varios kilómetros, tendremos que atravesarlo en varias ocasiones, este primer contacto con el agua me genera mi primera duda, pasar por encima de las piedras, sin saber si resbalan y moverán más de la cuenta a nuestro paso sobre ellas, o directamente atravesarlo por el agua, pronto salgo de dudas. Jesús se decide por la primera opción, mientras que Gabriel opta por cruzar las gélidas aguas, instante que aprovecha para, de una patada al líquido elemento, salpicar y mojar de arriba abajo a Jesús, al contemplar la escena no puedo evitar soltar una carcajada, más que corredores, parecemos niños disfrutando de un paseo por la montaña, me pregunto qué pensarían los concentrados participantes al ver tan curiosa escena, sea como fuere, Jesús se tomó de buen agrado la broma.
       Finalmente decido cruzar por el agua, como no podía ser de otra manera, los pies empapados por encima de los tobillos, los siguientes metros, experimento la nueva y extraña sensación de correr con agua dentro de las zapatillas. Continuamos la marcha, Jesús marca el ritmo, Gabriel le sigue y yo a él, mi cuerpo nota los primeros síntomas a consecuencia de no acudir al servicio antes de la salida, pero no quiero parar y descolgarme de ellos. La carrera en este momento, aunque siempre en ascensión, se hace divertida pues hay continuos toboganes, innumerables piedras de diferentes tipos y tamaños que sortear y muchas raíces a las que prestar atención.
       A la altura del kilómetro cuatro decido parar, aunque estoy en la naturaleza, siento su llamada con fuerza y me resulta imposible seguir sin hacer lo que normalmente llamamos “parada técnica” o “entrada en boxes”. Continúa la ascensión, con un entorno similar al expuesto aunque con un desnivel cada vez mayor, las piernas comienzan a resentirse, pero de momento sigue siendo soportable.
       Restan, aproximadamente dos kilómetros para llegar a la cima, es en este punto cuando un fuerte alarido irrumpe entre los jadeos y respiraciones entrecortadas de los que ascendíamos:
       - ¡¡Hacer paso que baja el primero, echarse a un lado!!!
       Levanto la vista del suelo, para comprobar que la afirmación que acabo de escuchar es cierta, me sorprende que alguien haya conseguido culminar la escalada y se encuentre en pleno descenso, pero lo que más me extraña, es la indicación de “echarse a un lado”. Pasados unos segundos compruebo, sin salir de mi asombro, que realmente era necesario apartarse del estrecho camino. La velocidad a la que este corredor bajaba era más propia de un sprint en una pista de atletismo, que de un descenso por la montaña, con un firme tan sumamente irregular. Los saltos de este corredor eran más propios de una gacela, que de un ser humano, no sólo por la velocidad, sino por la altura y longitud de sus zancadas. En cuestión de segundos pasó como una exhalación y desapareció entre la maleza llevándose con él nuestros vítores y aplausos.
       Me encuentro muy cerca de la cima, aunque desconozco el recorrido, corredores me indican que ya falta poco, pero…. ¿Cuánto es poco?, porque hace ya mucho que me dijeron que faltaba poco. Ahora comprendo a los más pequeños cuando estando de viaje preguntan con insistencia eso de: ¿Falta mucho papá?.
      En verdad, falta poco, poca distancia, pero mucho tiempo y mucho sufrimiento. Los días anteriores a la carrera, cuando intentaba previsualizar lo que sería la misma, pensaba que, si en algunos tramos no pudiese correr, con andar estaría solucionado el problema, pero no contaba, no me imaginé, llegar a un punto en el que no pudiera caminar. Así me encuentro ahora, mis piernas no dan más de sí, se encuentran faltas de fuerza, soy adelantado por multitud de corredores, uno de ellos me aconseja apoyar mis manos sobre mis doloridos cuádriceps y sumar así la fuerza de ambas extremidades para restar algo de fatiga, continúo la ascensión con parciales de quince minutos el kilómetro.
       El sufrimiento se acentúa cada vez más, sigo aplicando sobre mis piernas la técnica aconsejada, pero las rampas finales son cada vez más duras, mi espalda se inclina paulatinamente yendo paralela al firme, cada tres o cuatro minutos necesito parar y estirar la zona lumbar. Cada paso que doy, mis rodillas están a punto de rozar con el suelo, estoy tentado de poner las manos en el suelo y subir a gatas, a fin de cuentas la postura que llevo es la misma pero sin ayudarme de mis brazos.
        Finalmente consigo llegar a la cima, lo he conseguido, me siento bien, contento, orgulloso y feliz por mi reciente logro, desde lo alto el paisaje es sencillamente espectacular.


       A pesar del cansancio estoy hambriento, busco el avituallamiento, me comentaron que estaría aquí en lo alto, pero no hay rastro de comida ni bebida por lado alguno, pregunto a un voluntario de la organización, me dice que lo tenemos un poco más abajo en el puerto de Navacerrada, desciendo unos doscientos metros y efectivamente aquí se encuentran los ansiados víveres. Como una imagen vale más que mil palabras…..

       Una vez llena mi despensa, comienzo el descenso, no tenía intención de correr demasiado rápido los primeros metros, aunque la euforia del momento y el fuerte desnivel se encargan de lo contrario. Tengo mi primer susto, la inercia de mi marcha, ha hecho que acelere más de la cuenta experimentando otra nueva y desagradable sensación, la de no poder frenar y ver aproximarse un cambio de dirección en el trazado, decido ayudarme de un gran árbol, y reducir así la velocidad, creo que mi angel de la guarda va a tener que hacer horas extras durante el tiempo que dure la bajada.
        Un kilómetro después en pleno descenso siento como mi gemelo derecho se endurece más de la cuenta, acorto la zancada a modo de prevención, aunque no consigo que la molestia desaparezca, acto seguido reconozco esa sensación tan características de estar a punto de sufrir, lo que comúnmente llamamos, un tirón muscular, con lo que decido parar. Apoyo mi pié sobre una piedra y estiro, siento alivio aunque al masajear el músculo, compruebo que esta igual de rígido que la piedra sobre la que descansa mi pierna. Una mujer que continuaba con la ascensión se detiene y se interesa por mí, preguntándome si estoy bien, la respondo que posiblemente sea un tirón muscular, acto seguido se agacha y masajea mi pierna con insistencia. Estoy algo contrariado, no comprendo cómo alguien, allí en lo alto de la montaña, se preste, sin pedir nada, a darme un masaje. Un masaje que a la postre sería vital para el buen devenir de la carrera, no quiero pensar en el suplicio que hubiera pasado descendiendo ocho kilómetros con un tirón en una pierna.
      - Relaja, relaja, me repite con insistencia, mientras masajea la zona afectada, es normal que te duela, has estado subiendo y has trabajado un grupo muscular distinto al que lo haces ahora bajando. Ahora, cuando inicies la marcha acorta la zancada y si no sientes molestias ve alargándola paulatinamente.
      - Muchas gracias, la repito varias veces.
      - Venga ánimo, ve con cuidado y mucha suerte.
      Se me olvidó preguntarla su nombre, a día de hoy, desconozco si era una corredora, no me percaté si portaba el correspondiente dorsal, o si por el contrario estaba desempeñando labores de voluntario de la organización, haciendo de “coche escoba”. Pero lo que sí es seguro es que estaba realizando la ascensión, Sea como fuere… Muchísimas gracias.
      Los siguientes dos kilómetros los realizo de manera más tranquila, con cuidado y prestando atención al gemelo que dio la voz de alarma, como éste no vuelve a quejarse, y el terrero no tiene tanta inclinación, vuelvo a acelerar el ritmo. Por fin me siento corredor, pues eso estoy haciendo ahora, correr y disfrutar, con parciales próximos a los cuatro minutos el kilómetro. Durante el descenso pude adelantar a una decena de corredores, me encuentro bien físicamente y las piernas están respondiendo mejor de lo que imaginaba. Los pasos a través de las frías aguas del rio, son ahora agradecidos por mis pies.
      Antes de salir del bosque y llegar nuevamente a la pradera, contabilicé hasta tres corredores que efectuaban el descenso caminando con visibles cojeras, todos ellos según me contaron, habían sufrido torceduras o esguinces.
      Vuelvo a transitar por la zona de toboganes que anteriormente recorrí en sentido contrario, continuo con buenos parciales en torno a los cuatro minutos con quince segundos, adelanto algún que otro corredor, de igual modo soy rebasado por los que van más rápidos que yo. Una chica me pregunta si queda mucho para llegar a meta, calculo que un par de kilómetros, la contesto, aunque me llevo un sorpresa al comprobar que en quinientos metros vuelvo a entrar en el pueblo que nos vio partir. En meta están Jesús y Gabriel, botella de agua en mano animando a mi paso por la misma, al final después de todo, me he quedado con ganas de algún kilómetro más, (kilómetros en descenso por supuesto). Tiempo total: dos horas con dos minutos, con una media por kilómetro de siete minutos con once segundos. Una vez cruzada la línea de llegada recojo la completa bolsa de corredor, a continuación degustamos una exquisita sandía, chocolate, más frutos secos y bebidas isotónicas.
Conclusiones:
Una carrera ideal para disfrutar conjuntamente del running y de la naturaleza, obviamente existen más riesgos de lesiones que en una carrera por asfalto, pero el entorno por el que discurre merece la pena.
En cualquier tipo de carrera es factor importante, aunque no determinante, conocer el recorrido para el buen devenir de la misma, en pruebas de este tipo considero imprescindible saber por dónde va a transcurrir la carrera.
Fundamental poseer una buena técnica para el descenso, además de permanecer todo lo concentrado que sea posible durante el mismo, es importante descender con decisión, sin titubeos, con las dosis necesarias de precaución, pero sin miedo.
El mito que dice que la montaña, te atrae, te seduce y finalmente una vez que la pruebas te atrapa, intuyo que puede ser cierto, la montaña te castiga, te pone a prueba, te lleva al límite de tus posibilidades, hace que tus piernas tiemblen y no sean capaces de soportar tu propio peso en las subidas, tensa tus músculos hasta el límite en las bajadas, haciendo tambalear todos tus huesos con cada golpeo de tus pies contra el suelo. No obstante considero que éste, es un precio justo que hay que pagar, por ese precio todos nuestros sentidos aprecian lo que normalmente no están acostumbrados a percibir. Merece la pena pagar la tasa que la montaña tiene establecida, ella te pide esfuerzo y sacrificio, reclama gotas de tu sudor, a cambio te regala el frescor de sus aguas para mitigar tus doloridos pies, te permite ver y observar desde su cima, el esplendor del paisaje que sólo desde allí puedes contemplar. Alegra tus oídos con infinidad de cantos y trinares de las aves que allí habitan, percibes multitud de aromas envueltos en el aire puro que después llega a tus pulmones. No me olvido del gusto, aunque hubo más de un traspiés, de momento prefiero seguir sin probar el sabor de la tierra, para este sentido, están los avituallamientos de la organización. A la cual, quiero dar la enhorabuena, al club tierra trágame, y a la Federación Madrileña de Montañismo, por su buen hacer en esta carrera, por el correcto señalizado durante todo el recorrido, doy fe que no es tarea fácil balizar tantos kilómetros en medio del bosque, por la completa bolsa de corredor, por la impagable labor de todos los voluntarios, y en definitiva por el cariño que han mostrado con todos los detalles que han hecho que la carrera sea perfecta.
Espero poder repetir el año próximo y a ser posible dar el salto al Maratón Alpino madrileño.
Fotos: Cortesía de: http://www.atotrapo.com/ , Eduardo Ramis y Mario.
Video de la prueba:

8 comentarios:

  1. Buena y preciosa carrera socio, me quedé con ganas de inscribirme, pero es que los dorsales volaron, para la siguiente...

    Buen tiempo para haber sufrido algún contratiempo, la penultima foto es matadora.

    Un saludo y enhorabuena

    ResponderEliminar
  2. Esas carreras de montaña son duras de verdad y requieren de técnica para hacerlas sin contratiempos. Felicidades por haberla hecho tan bien (yo ahí ando intentando no torcerme un tobillo cuando corro por la montaña).

    ResponderEliminar
  3. Madre mía, como he sufrido con tu crónica! Enhorabuena!!! Tiene pinta de ser una carrera bastante dura. A mí este año me ha dado miedo, je,je pero para el próximo igual me lo pienso.
    Y veo que la montaña ya te ha atrapado!
    Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Charly: lo de los dorsales es cierto, duran un par de dias solamente, para la siguiente edicion espero verte por alli. gracias y un saludo.

    Raul: Es cierto hay que tener mucho cuidado en las bajadas, pero merece la pena. gracias compi

    Pingüina: muchas gracias estas en lo cierto me ha atrapado en sus redes y creo que ya no saldré de ellas, volvere a la montaña seguro. un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Vaya avituallamiento macho, parece d hotel y todo!!!. Y esa parada tecnica seria para aguas menores, no?, jejejeje. Enhprabuena Javier, está genial.
    http://elblogdebimu.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  6. UNYKO .durilla la carrerita esa, pero segun dices tu atrae tela la montaña, haber si te pasa como el pobre Miguel que no queria bajar de la montaña,jajaja saludos amigo

    ResponderEliminar
  7. Alberto: me supo a gloria la comida te lo aseguro. lo de la parada tecnica, lo dejamos en eso.... parada técnica jejeje.

    Barroso: jajaja tanto como el probe migué no, pero casi, un abrazo campeón y gracias.

    ResponderEliminar
  8. Muy bueno!
    te envío información sobre una carrera popular en madrid el 17 de septiembre.
    Aquí puedes verla: http://www.mpdl.org/content/view/1381/2728/lang,spanish/

    espero que te guste!
    abrazos

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...