Desde hacía ya algún tiempo,
mi querido e inseparable Garmin forerunner 305, estaba dando señales de una
fatiga más que preocupante, ya no rendía como antes, ya no soportaba los
ultras, ni tan siquiera los maratones. A las tres horas de ser encendido me
lanzaba el primer S.O.S.: “Baterías bajas”, intentaba reanimarlo, le ofrecía mi
apoyo, pero ni éste, ni las palabras de ánimo surtían efecto, siempre terminaba
apagándose. Otra opción sería correr los 42 kilómetros por debajo de las tres
horas, pero entonces el que moriría en el intento seria yo.
Nunca mejoró, la caída fue
en picado, con el paso del tiempo dejó de acompañarme en las medias maratones,
últimamente sólo daba para un diez mil y haciéndolo rapidito. No tuve más
remedio que resignarme… Su fin estaba cerca… Es hora de tirar de recuerdos y
agradecerle su compañía durante todo este tiempo. Cuatro largos años,
compartiendo carreras y entrenamientos, alegrías y tristezas, cuatro años
midiendo cada metro realizado.
A pesar de todo, me niego a abandonarlo,
de acuerdo que es grande y pesado, vale que los nuevos y sofisticados gps lo
han dejado obsoleto, pero siempre ha estado a pié de cañón, nunca le importó la
lluvia, el frio o el calor y sus números tampoco son tan malos. Durante este
tiempo ha medido:
5.792 kilómetros
566 horas y 20 minutos y
75.400 metros desnivel
positivo.
Creo que se merece una
oportunidad, quizás un trasplante de batería, el problema es que sería mediante
anestesia general y tal vez haya que realizar un bypass. Hay que abrir, hasta
que no abramos no sabremos con exactitud el alcance de los daños, será una operación
arriesgada pero hay que intentarlo…