Viernes
tarde, acudo a mi cita diaria con el centro de salud, como siempre me espera
Carmen, la enfermera, que durante un mes, ha estado curándome, todo sea dicho,
con un esmero y dedicación encomiable, la misma rutina de siempre, buenas
tardes, fuera camisa, me tumbo en la camilla y al lio…
Después
de retirar el vendaje, me sorprende con un:
- Pero bueno
Javier, esto está genial!!!, al final hemos acortado los plazos eh, vaya
empujón que le hemos dado en estos últimos días!!!
No
puedo resistir la tentación de preguntar:
- ¿Cuánto
calculas que falta para que pueda ponerme las zapas?
Ella,
sin quitar las manos de la herida, gira la cabeza, me mira y sonríe…